Como trabajadora doméstica, Intan cuidó con cariño a una mujer con demencia durante más de un año y medio. Sin embargo, la migrante de Indonesia nunca había sido registrada correctamente ante las autoridades de Hong Kong por su agencia. Como la agencia retuvo su pasaporte, nunca lo supo.
El fraude se descubrió cuando Intan quiso solicitar un nuevo pasaporte. Al principio, su agente se negó a entregarle su contrato de trabajo y su pasaporte. Pronto quedó claro el motivo: el agente había solicitado el visado de Intan con información falsa y, por tanto, no era válido.
Se queda solo
Cuando Intan, junto con su agente y su empleador, fue a la oficina de migración para aclarar el asunto, todos fueron detenidos. Intan fue acusado de residencia ilegal. Intan tuvo que abandonar su lugar de residencia y trabajo, ni siquiera se le permitió llevarse sus pertenencias. Su agente y su empleador le dieron la espalda. Intan llevaba trabajando desde los 12 años, pero apenas tenía reservas económicas y, al no tener permiso de trabajo, desconocía sus derechos.
Como ella, muchas de las más de cien mil trabajadoras domésticas indonesias de Hong Kong se sienten igual. A menudo están a merced de sus agencias de contratación, ya que éstas les retiran el pasaporte. Como no están informados de sus derechos, tienen poca defensa contra las malas condiciones de trabajo, la explotación y la violencia.
Protección en el centro de emergencias
Un pastor le habló a Intan del centro de emergencia para trabajadores inmigrantes, dirigido por dos de las organizaciones asociadas a Mission 21, la TsungTsin Mission de Hong Kong (TTM) y Christian Action (CA). En el centro, no sólo le dieron comida y un lugar para dormir, sino también asistencia jurídica. Gracias al equipo jurídico del Centro, pudo presentar con éxito ante el tribunal que había sido defraudada por su agencia. Fue absuelta de todos los cargos y pudo regresar a Indonesia.
Se restablece la justicia
En diciembre de 2018, recibió una llamada especialmente alegre del centro de emergencias. El tribunal de Hong Kong había estimado su demanda de indemnización por daños y perjuicios contra su antigua agencia. El agente tuvo entonces que pagarle una indemnización por la pérdida de salarios que sufrió.
La historia de Intan le ha demostrado a ella y a otras mujeres inmigrantes del centro que vale la pena luchar por los propios derechos. Ahora sueña con abrir una lavandería en su país natal, Indonesia, junto con sus amigos y encontrar a su futuro marido. Puede mirar al futuro con fuerza y esperanza renovadas.
Texto: Eva Sidler