Vivi Wangka está preocupada. Como su familia vive fuera de Hong Kong, en la "zona roja de la pandemia", no puede visitarla. Como jefa del refugio de emergencia para trabajadoras domésticas extranjeras, ahora está más comprometida con su trabajo: "Intento hacer todo lo posible para sobrellevar mis sentimientos haciendo algo o pasando más tiempo con las mujeres y las niñas".
Las trabajadoras domésticas que han encontrado refugio en el albergue de emergencia se alegran del subsidio. Porque ahora están expuestos a una incertidumbre adicional. Muchos fueron explotados o maltratados por sus antiguos empleadores. Con el apoyo y el asesoramiento de Mission 21 y de la organización asociada en Hong Kong, algunas de las mujeres también han iniciado procedimientos judiciales. Pero en la crisis de Corona, todos los procedimientos se suspenden. Las mujeres tienen que esperar más tiempo. Pero esto también significa que tienen que esperar aún más tiempo para conseguir un nuevo empleo y no pueden enviar dinero a casa.
Plazas y parques vacíos
Los trabajadores domésticos extranjeros en Hong Kong pueden sentirse aún más confinados de lo habitual durante este periodo de Corona. Las aproximadamente 300.000 mujeres y niñas, la mayoría procedentes de Indonesia o Filipinas, tienen que vivir con sus empleadores. Allí suelen tener muy poco espacio disponible. Durante la crisis, muchos empresarios exigen a sus empleados que se queden en casa en su único día libre a la semana para reducir el riesgo de infección.
Esto oscurece la existencia de estas mujeres: Un rayo de esperanza para ellos era la reunión dominical en los parques o plazas. Cientos y miles de ellos ocuparon las plazas públicas y disfrutaron del intercambio entre ellos y con sus seres queridos en casa. Ahora los domingos son más tranquilos. Y el papel de la organización de ayuda, que dirige un centro de asesoramiento en Hong Kong junto al refugio de emergencia, es aún más importante: aquí, las mujeres pueden al menos encontrar apoyo y asesoramiento por teléfono.
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