Nuevas perspectivas para niños y jóvenes

Una niña apoyada por el proyecto Misión 21 en clase. Foto: Misión 21

"No fue fácil, pero mis esfuerzos valieron la pena", dice Fenytinytha, conocida como Feny para abreviar. La joven trabaja como dentista en una clínica del estado malasio de Sabah desde 2018. Para una mujer cristiana indígena de una aldea rural pobre, esto es una rareza. A muchas niñas de las zonas rurales se les niega incluso la oportunidad de terminar la escuela. El gobierno central de Kuala Lumpur descuida a la población indígena rural y apenas ofrece estructuras escolares. La pobreza también es elevada, y el estado de Sabah, en Malasia, tiene la mayor proporción de personas que viven por debajo del umbral de pobreza.

Mujeres cristianas bajo presión
Malasia es un país de diversidad cultural. En la isla de Borneo viven más de 200 grupos étnicos. Un pequeño grupo son los Rungus, al que también pertenece Feny. Mientras que la mayoría de la población malaya es musulmana, los Rungus son mayoritariamente cristianos. Los cristianos sufren cada vez más presión y discriminación en Malasia. La afiliación religiosa se registra en el pasaporte. Mientras que a los cristianos se les anima a convertirse al Islam, los musulmanes que quieren convertirse al cristianismo tienen que pasar por un elaborado procedimiento judicial de la Sharia. Esto incluye varios meses de estancia forzada en un supuesto campo de rehabilitación. Allí hay que evitar que la gente se convierta. Por tanto, los rungus son discriminados de varias maneras: como grupo religioso oprimido y como minoría étnica.

Feny tenía esperanza a pesar de su desventaja social. Nunca renunció a sus sueños, sacando fuerzas de su fe. Dice: "Dios te ayuda en tu búsqueda sincera de un futuro positivo". Los padres de Fenty lo dieron todo para dar una buena educación a sus seis hijos. Pero su padre gana poco como pastor de la Iglesia Protestante de Sabah (PCS). La iglesia asociada a Mission 21 trabaja en zonas rurales y pobres de Sabah, por lo que dispone de poco dinero. A pesar de la difícil situación económica, la familia pudo pagar con dificultad los tres primeros años de estudios. Pero después de eso, parecía que Feny tendría que abandonar sus estudios. Las tasas semestrales superaban con creces las posibilidades económicas de la familia. Además, Feny tenía que vivir en la ciudad durante sus estudios, lo que suponía más gastos.

La educación rompe el ciclo de la pobreza
La Iglesia Protestante de Sabah (PCS) pudo ayudar en esta emergencia con una beca. Junto con Mission 21, el PCS y otras organizaciones asociadas participan en el proyecto "Formación profesional para niños y jóvenes desfavorecidos". El proyecto apoya a niños y jóvenes de distintos niveles escolares y de formación, y persigue el objetivo de garantizar que todas las personas tengan acceso a la educación, independientemente del grupo étnico o religioso al que pertenezcan. Además de Sabah, el proyecto también tiene en cuenta las dos regiones más pobres de Indonesia, Kalimantan y Papúa. Los niños de las regiones más pobres y remotas sólo tienen la oportunidad de una vida mejor si pueden recibir una educación. Por ello, Mission 21 apoya las residencias escolares, ya que de otro modo los niños tendrían que recorrer largas distancias para ir a la escuela. En un segundo paso, se conceden becas a jóvenes desfavorecidos para que puedan recibir formación profesional. Las becas dan lugar a mejores perspectivas para que los interesados puedan encontrar un empleo y salir de la espiral de la pobreza. Con Feny, otros 14 becarios completaron su formación. Como ella, algunos encontraron trabajo en el sector sanitario, otros están empleados en iglesias, escuelas, ministerios o en el sector privado. Un total de 430 niños y jóvenes fueron apoyados con becas en 2017. Feny dice: "Es increíblemente importante apoyar a las chicas, como yo lo fui, con becas". Su apoyo es un objetivo particular del proyecto, porque las mujeres y las niñas lo pasan mal en Malasia. Feny quiere una vida autodeterminada para ella y otras mujeres. Las familias suelen invertir menos en la educación de las niñas, por lo que muchas mujeres siguen dependiendo económicamente de sus familias o maridos durante toda su vida. Corren el riesgo de ser víctimas de la trata de personas y a menudo son casadas a la fuerza o expuestas a la violencia familiar. La formación profesional permite a las jóvenes valerse por sí mismas en la vida. Esto refuerza su posición social. La probabilidad de que se casen a la fuerza siendo menores de edad disminuye. Su educación también les ayuda a conocer sus derechos y a luchar activamente contra la discriminación.

El éxito de Fenny irradia a toda la familia
Gracias al apoyo que Feny ha recibido de la iglesia, ahora puede devolver algo a su familia. No gana mucho en la clínica dental estatal, pero con su sueldo ayuda a completar el ajustado presupuesto familiar. Además, puede salvar situaciones de emergencia con las reservas que ahora tiene ahorradas. "Mi paciencia y mi plena atención a los estudios han dado sus frutos", dice Feny con alegría. "El hecho de haber podido completar con éxito mis estudios no sólo me hizo feliz, sino que también hizo sonreír a mi familia".

Texto: Eva Sidler, Equipo de Comunicación

► Proyecto de educación Asia

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