Todos los días, después de trabajar en el campo, Raquel sentía fuertes dolores de estómago. Al principio, sólo podía prestar poca atención a sus quejas. Porque esta joven de 25 años tiene una vida dura: trabaja como profesora en un colegio público. Como los salarios se pagan de forma muy irregular o no se pagan en absoluto, la joven tiene que cultivar verduras y cereales para autoabastecerse, además de dar clases, en campos lejanos a los que tiene que llegar a pie todos los días. Las tareas domésticas, como cocinar y limpiar, así como el cuidado de su hijo de cinco años, también le corresponden a ella como mujer. Por ello, Rachel no prestó mucha atención a sus problemas de salud al principio.
Largas distancias y costes elevados
Y aunque el dolor de estómago empeoraba, dudaba en acudir al médico. Vive en un pequeño pueblo, el hospital más cercano está lejos y sólo se puede llegar a pie, y los costes del tratamiento son elevados. En su precaria situación, una simple visita de revisión suponía un elevado gasto de tiempo y dinero. Finalmente, acudió al hospital Wamba Luadi, donde le diagnosticaron una apendicitis avanzada. Fue operada y pudo volver a casa dos días después. El Hospital Wamba Luadi forma parte del servicio sanitario de la "Communauté Evangélique du Kwango" (CEK). Con el apoyo de Mission 21, el servicio sanitario de la CEK garantiza con éxito un mínimo de atención básica a la población. La historia de la enfermedad de Rachel tuvo un final feliz. Pero lo que parece una operación rutinaria podría haber acabado fatalmente. En la provincia rural de Kwango, la gente muere una y otra vez a pesar de que sus enfermedades podrían haber sido tratadas.
Falta de apoyo gubernamental
Los cuatro mayores problemas de enfermedades en los Kwango son la malaria, la diarrea, las infecciones respiratorias y las consecuencias de la desnutrición, todas ellas enfermedades que a menudo podrían tratarse fácilmente. Sin embargo, estas cuatro enfermedades son las que provocan la mayor parte de las muertes en la región, ya que a menudo faltan medicamentos y muchas aldeas están alejadas y distantes de los hospitales más cercanos. A menudo se llega demasiado tarde, ya que la red de carreteras es catastrófica. Apenas hay coches, las carreteras están en condiciones miserables y no existe el transporte público. La razón de las malas infraestructuras de la provincia de Kwango es la negligencia del gobierno. El gobierno central de Kinshasa se preocupa poco por las infraestructuras y las necesidades básicas de la población de la provincia rural del suroeste. Sin embargo, una atención sanitaria fiable sería especialmente importante, ya que la situación sanitaria de la población de la RD del Congo es una de las peores del mundo. Al igual que Rachel, la mayoría de los habitantes de la remota región de Kwango son autosuficientes. Para llegar al mayor número posible de personas, el CEK sigue un enfoque descentralizado: con el apoyo de Mission 21, gestiona ahora un total de más de 20 ambulatorios, centros de salud y hospitales distribuidos por toda la región.
Compromiso de la Iglesia
Cuando los gobiernos no cumplen con sus responsabilidades hacia la población, las iglesias a menudo intervienen en la brecha. En el África subsahariana, por ejemplo, se calcula que las iglesias son responsables de hasta el 70% de las instalaciones sanitarias. Esto tiene una larga tradición: incluso los primeros puestos de misión tenían a menudo servicios sanitarios anexos. Mission 21 y su iglesia asociada CEK también trabajan desde los años 50 para que todas las personas tengan acceso a la atención sanitaria, independientemente de su condición social, su sexo o su origen.
Una nueva "Salle de Pharmacie
Un aspecto importante del proyecto sanitario del CEK es el suministro de medicamentos: Los suministros médicos, como el agua destilada, las vendas y los medicamentos contra las enfermedades más comunes, forman parte del equipamiento más importante de un centro sanitario. Por ello, el equipo sanitario del CEK está construyendo actualmente una "Salle de Pharmacie" en el Kwango. También se producirán aquí medicamentos químicos, como pastillas para diversos tratamientos. Se espera que la "Salle de Pharmacie" esté operativa en el transcurso de 2020. Producir más medicamentos directamente en la región facilitará muchas cosas al proyecto, cerrará las brechas de suministro y contendrá los costes. "Estamos muy contentos con este avance", dice Hugo Mambote, "porque los medicamentos salvan vidas.
Extractos del texto de Mara Wirthlin en las noticias de diciembre de 2019